Como siempre, queremos acercaros un poquito más al mundo de la psicología y esta vez lo hacemos hablando sobre el trastorno disocial, ahora denominado de la conducta (en la última versión del Manual Diagnostico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5)). Podemos describirlo como un patrón repetitivo y persistente de comportamientos en los que NO se respetan los derechos básicos de otros y las normas/reglas sociales.
Las personas que padecen este trastorno a menudo intimidan o amenazan a otros, inician peleas y/o ejercen o han ejercido crueldad física contra personas o animales. Han podido robar y/o invadir casas, coches o comercios y destruir deliberadamente, con intención de provocar daños graves, la propiedad de alguien.
Este perfil de personas, a menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones. Por esto último, a menudo faltan a la escuela o a su sitio de trabajo.
Dentro de este trastorno hay diferentes tipos. Existe el tipo de inicio infantil dónde se muestran algunos síntoma característicos del trastorno de conducta antes de cumplir los 10 años. El tipo de inicio adolescente, en el que no se muestra ningún síntoma antes de esta edad. Y, por último, el tipo de inicio no específico en el que se cumplen los criterios del trastorno de conducta, pero no existe suficiente información disponible para determinar si la aparición del primer síntoma fue anterior a los 10 años de edad.
También debemos tener presente si hay emociones prosociales limitadas, estas características reflejan un patrón típico de relaciones interpersonales y emocionales, y en este tipo de personas suelen ser muy deficitarias. Es importante considerar lo que dicen otros que hayan conocido al individuo durante periodos prolongados de tiempo (padres, maestros, compañeros, amigos…). Si hay falta de remordimiento o culpabilidad, no se sienten mal ni culpables por haber hecho algo malo (no cuentan los remordimientos que dicen que sienten cuando son castigados o les sorprenden), el individuo muestra una falta general de preocupación sobre sus conductas negativas. Si son insensibles, carentes de empatía, no les preocupan los sentimientos de los demás, son fríos e indiferentes. Se preocupan más de lo que les puede ocurrir a ellos mismos que a los demás. Si son despreocupados por su rendimiento, no muestran preocupación por un rendimiento deficitario o problemáticos en la escuela, en el trabajo o en otras actividades importantes. No realizan esfuerzos y suelen culpar a los demás de su bajo rendimiento. Y, si muestran afecto superficial o deficiente, no expresan sentimientos ni muestran emociones con los demás, salvo de una forma que parece poco sentida, poco sincera o superficial o cuando recurren a expresiones emocionales para obtener beneficios.
La prevalencia de este trastorno parece haberse incrementado durante las últimas décadas, pudiendo ser más elevada en núcleos urbanos y darse más en hombres que en mujeres.
Actualmente, es un problema cuyo tratamiento aún no está totalmente establecido. Es frecuente que se empleen diversos programas, que incluyen tanto al niño como a los padres, y que requieren la colaboración de profesionales de diferentes disciplinas.
A nivel psicológico, que es el que nos atañe como profesionales de esta rama, se suele recomendar entrenamiento en habilidades sociales y comunicación, así como técnicas de resolución de problemas. También pueden emplearse refuerzos de conductas prosociales, contratos conductuales (muy utilizados en terapia cognitivo-conductual) y gestión y expresión emocional.
El entrenamiento para padres y la educación son elementos a tener en cuenta para contribuir y enseñar pautas de actuación con el niño/a. Y enseñarles a trabajar esta problemática desde casa y en su día a día.
Ahora que ya sabéis un poco más sobre psicología, ¿qué os parece? ¿Conocíais este trastorno?
Muy interesante saber más sobre psicología 🙂 gracias por vuestras entradas
Gracias a ti por leernos, nos encanta que os sirva. Un saludo